Este 1ero de Mayo, enfrentamos un momento complejo y convulsionado para la región. Las reacciones de los sectores dominantes económicos y políticos ha sido una vuelta a la radicalidad de los ajustes neoliberales, acompañados de una agenda conservadora desde el punto de vista político, caracterizada por el autoritarismo, el racismo, la xenofobia y el machismo.
Enfrentamos el más brutal ataque a la democracia en los países de nuestro continente. Los golpes de nueva generación puestos en marcha en varios países nos llaman a seguir en la defensa de la soberanía de los pueblos.
La arbitraria e injusta prisión del expresidente Luis Inácio Lula da Silva en Brasil, cuando según todas las encuestas él figuraba en primer lugar en intención de voto, muestra que el objetivo del golpe parlamentario contra la expresidenta Dilma Rousseff en 2016 es inviabilizar la candidatura de Lula que hoy se encuentra en una cárcel como preso político. Esta prisión comprueba la radical politización del sistema judicial brasileño, certifica la falta de democracia y de Estado de Derecho y evidencia la profunda crisis política que se vive en Brasil.
Por otro lado, asistimos en varios países a una radicalización de la agenda política de la derecha. En Argentina, Perú, Colombia, México, Paraguay y otros países de la región los gobiernos conservadores, están atacando de manera brutal los derechos laborales, la protección social, los salarios y las garantías para la negociación colectiva, lo que ha acelerado los niveles de pobreza y exclusión.
Su acción se ha concentrado especialmente en los países donde se apoyan procesos de mayor inclusión social, recuperación del papel del Estado y mayor independencia de los tradicionales centros de poder. Utilizando su control hegemónico de los medios de comunicación, explotando de manera interesada la situación de dificultad económica y exacerbando agendas reaccionarias, presionan con salidas antidemocráticas y golpistas, dándole maquillaje legislativo y judicial, cuando no abiertamente violento a estas acciones.
La vuelta a la agenda neoliberal, con el recetario de las privatizaciones, la apertura comercial indiscriminada y el favorecimiento de la acción de las empresas multinacionales y otras empresas, no ha demostrado resultados que permitan superar los problemas de nuestros países.
Para el sindicalismo de las Américas está comprobada la ineficacia de estas recetas, no solo porque en la región y en el mundo ya está suficientemente probado por la experiencia del pasado, sino además porque el momento que vive el capitalismo depredador y financierizado no contempla ninguna garantía social o ambiental y por el contrario busca cada vez más la máxima ganancia y la concentración de la riqueza, sin importar los costos.
Hay que presionar por mantener una política que enfrente esta coyuntura con garantía de los empleos, la protección de los salarios y los derechos laborales. Nuestros países precisan superar las deficiencias estructurales de economías dependientes de la extracción y comercialización de materias primas y promover modelos económicos diversificados y sustentables, desde una perspectiva de integración y cooperación regional solidaria que mire siempre atentamente a la dimensión social del desarrollo sustentable. De igual manera es imprescindible estructurar una política fiscal progresiva que grave las riquezas, las ganancias, la renta, el patrimonio y el consumo de lujo, para que los gobiernos tengan capacidad para mantener los niveles de inversión social adecuados.
Desde la CSA consideramos que es necesario que el sindicalismo pase a la ofensiva, junto con otros movimientos y fuerzas sociales, utilizar los instrumentos de lucha históricos, como la movilización y la huelga, para frenar la ofensiva del capital. Actuar en todos los ámbitos para hacer valer el papel del sindicato, disputar frente a los gobiernos, los patronos y otras instancias de poder, para mantener y ampliar la agenda de derechos. Especialmente actuar para enfrentar la criminalización de las luchas de las/os trabajadoras/es y la estigmatización de los sindicatos.
El movimiento sindical se mantiene alerta y movilizado en todos los países ante las respuestas que los gobiernos de la región están dando para enfrentar este momento de inestabilidad económica. Seguiremos movilizados en la campaña internacional de respaldo al expresidente Lula, exigiendo su inmediata libertad y en defensa de su derecho a ser candidato en las elecciones de 2018 en Brasil. Sin duda, el mayor compromiso del sindicalismo de las Américas este 1ero de Mayo es con la Democracia y por #LulaLibre.
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