Venimos escuchando al Ejecutivo atacar sistemáticamente a la industria azucarera nacional con los más diversos argumentos, afirmando por ejemplo que es cara, cuando existen probados estudios de que eso es falso.

Además, el gobierno presenta a diario nuevas propuestas para continuar bajando los aranceles a la importación, no sólo de azúcar, también de frijoles, chocolate, dulces.

El argumento principal que esgrime para proceder así es que con estas medidas se mantiene estable la inflación.

Si realmente le preocupan tanto los consumidores, me pregunto si los productores y los trabajadores no somos también consumidores.

Lo que se quiere hacer reduciendo los aranceles es que los productos que se importen no paguen impuestos y que los que son realizados en Colombia sí los paguen, lo que obviamente los deja fuera de competencia en el mercado.

Por otra parte es preocupante el riesgo institucional que presentan algunas de las multas impuestas a los productores, los cuestionamientos que se hacen a determinados gremios, haciendo caso omiso del legítimo derecho a la libre asociación tanto de trabajadores como de empresarios.

Las multas a Asocaña el año pasado son sólo un ejemplo.

Todos los que estamos aquí sabemos las ventajas de producir azúcar.

Hay además un compromiso de los ingenios de capacitar permanentemente al personal que se desempeña en el área.

La cadena productiva de este sector, sobre todo en el Valle del Cauca, es la que permite el desarrollo económico y social de la región.

Debemos destacar el sentido regionalista de nuestra producción, como muy bien lo han hecho los productores del eje del café, que montaron toda una estructura turística en torno al grano y les ha ido muy bien.

Nuestra región que es una de las más desarrolladas de Colombia, y eso gracias a la producción azucarera.

Desde Procaña vamos a continuar trabajando junto al gobierno para insistir en la importancia de nuestra industria para el país.

La caña de azúcar es la que nos mueve y en este caso en particular es la que nos une.